El pasado 10 de junio, nuestra Fundación se solidarizó con los pueblos indígenas del Perú ante la matanza de Bagua, cuando un contingente de fuerzas policiales y militares reprimió a manifestantes indígenas. Reclamaban por sus derechos territoriales ancestrales, oponiéndose al embate de empresas petroleras y madereras, a la amenaza de la biodiversidad de la selva y a la violación de sus culturas.
Hoy, debemos solidarizarnos nuevamente, pero esta vez con los pueblos indígenas de la Argentina, con la comunidad y la familia del abuelo Javier Chocobar, dirigente diaguita, Vocal 1ro. de la comunidad Chuschagasta, El Chorro, Depto. Trancas (Tucumán). El hecho ocurrió el 12 de Octubre , fecha emblemática si las hay en la historia de los pueblos originarios, que en lugar de estar celebrando sus trabajosas conquistas después de siglos de resistencia y lucha, deben en cambio llorar la muerte violenta de otro hermano.
Este es un hecho gravísimo que responde por un lado a la situación crónica y no resuelta del tema de las tierras y los territorios indígenas en nuestro país, y por otro lado, a la persistencia de un sistema que sigue ejerciendo la violencia como forma de resolución de los conflictos.
La muerte de Javier Chocobar, que estaba junto a otros referentes de su comunidad y quienes fueron heridos, ocurrió mientras pacíficamente defendían sus derechos y cuidaban a la sufriente Madre Tierra a la vera de un camino. Como toda muerte, también es un límite: la vida es el máximo tesoro, el valor supremo y no se puede seguir atentando contra ella.
Los pueblos indígenas están amparados por disposiciones nacionales e internacionales vigentes que legislan claramente a su favor, defendiendo sus derechos sobre las tierras y territorios ancestrales, la revalorización de sus culturas y la protección de su medio ambiente. Seguir negando esta realidad e insistir con la costumbre de matar es no sólo algo anacrónico sino muy riesgoso.
La Fundación desdeAmérica repudia este asesinato y hace un llamado a las autoridades nacionales y provinciales, para que se decidan a arbitrar los medios que impidan estos desgraciados sucesos. Y también reclama nuevamente que procedan a implementar Espacios de Diálogo, como única posibilidad para el entendimiento y la resolución pacífica de los conflictos, asumiendo que los tiempos están cambiando, aunque algunos todavía se resistan a aceptarlo: la hora de las sociedades multiculturales y el respeto por el otro, ya ha llegado.
Carlos Martínez Sarasola y Ana María Llamazares
Directores
30 de octubre de 2009