... y la diosa Atenea era Negra.
Todo es acá mentira.
Guaman Poma de Ayala, en Nueva Corónica y del buen gobierno (sig XVII)
[Hegel] Sólo mira a Atenas y nada entiende de Jerusalén.
Reyes Mate, en La razón de los vencidos (1991)
Un comentario tardío de un amigo y compa de este blog, en
un viejo post sobre
San Martín, en el que entre otras cosas dice: “La Historia es caprichosa como la propia vida. La historia oficial no. La historia oficial es sistemáticamente encubridora. Pero si alguien tiene interés legítimo en la verdad, se sentirá defraudado por aquéllos que habiendo sido encomendados de “
mantener vivo el legado y homenaje a San Martín”, sólo desean
que al muerto lo dejen en paz.”, me recordó la cuestión a que hace referencia el presente post.
Una de las enseñanzas más valiosas que podemos obtener de su obra es la conveniencia de pedir el “pasaporte” a todos aquellos que pretendan inculcarnos verdades.**
En los tardíos ´80, un intelectual británico, Martín Bernal, azuzó el avispero y puso a debatir a la Academia del Centro, que no de la Periferia.
Este reconocido sinólogo, profesor en varias universidades, políglota, lleva en sus genealogía antecedentes pluri-culturales/versales: abuelo irlandés católico de origen judió sefaradí, abuela norteamericana católica de izquierda, abuelo insigne egiptólogo autor de la primera gramática egipcia reconocida en Inglaterra, abuela hija de un judío húngaro y una lapona, padre físico que colaboró en la resistencia anti-nazi y militante del Partido Comunista (dicen que por esto último no obtuvo el premio Nobel) y autor del primer texto sobre Sociología de la Ciencia, The Social Function of Science (1939), quién además, le habría inculcado el espíritu crítico que lo caracteriza.
Este intelectual "experto en China", decíamos, alrededor del año ´75 del ya pasado siglo, se interesó en sus líneas familiares de origen judío, y encontró que el hebreo y el fenicio eran dialectos inteligibles entre sí, llamándole a su vez la atención el hecho de que esto permaneciera desapercibido a los investigadores. Pero no sólo, también encontró semejanzas entre el hebreo y la lengua griega, y sumando sus conocimientos de egiptología inspirados en su abuelo, llegó a la conclusión de que cananeos y egipcios colaboraron en la formación de la cultura griega.
Así, en 1987 publica su primer volúmen de Atenea Negra: Las raíces afroasiáticas de la civilización clásica, vol. 1: La fabricación de la Grecia Antigua 1785-1985 [1], que suscitó encendidos debates entre "eurocentristas" y "afrocentristas" [2], o para decirlo más elegantemente, entre “especialistas en culturas europeas" y "especialistas en culturas africanas y orientales”