Ventanas revolucionarias

En el caso del Brasil ... su gravitación internacional, su enorme extensión geográfica, el tamaño de su población, y la complejidad de su estructura económica, hacen que un presidente instalado en Brasilia cuente con un margen de maniobra inimaginable para cualquier otro de la región. Si Brasil no pudiera salir de la trampa del neoliberalismo y ensayar la aplicación de políticas post-neoliberales, ¿quién podría hacerlo?
Atilio Borón, en Estado, capitalismo y democarcia (CLACSO, Bs As, 2003)

Ponencia de Ricardo Gebrim, representante del Movimiento Sin Tierra de Brasil (MST), en el Primer Coloquio en honor a Andrés Aubry, CIDECI- Chiapas (dic 2007) en las que relata la historia del movimiento, su relación con el PT y la "decepción" Lula, y hace hincapié en la construcción de un espacio político estratégico llamado Consulta Popular. Además, agradece el «ejemplo pedagógico» zapatista.

El MST y la Consulta Popular
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Me parece, puedo estar equivocado con lo que voy a decir, pero me parece que nuestra experiencia en Brasil, menor, y la experiencia zapatista son las dos únicas experiencias de lucha de concepción de izquierda, en este momento en nuestro continente, que no están involucradas desde el punto de vista de su centralidad, con la lucha electoral. Eso para nosotros es muy interesante, muy importante, por este proceso y para sacar conclusiones, aún comprendiendo que son procesos históricamente distintos, de naturaleza bastante distinta.
Aun que estoy por el MST, voy a hablar más de la experiencia del intento de constuccion del instrumento político que estamos haciendo en Brasil que nombramos «Consulta Popular», que es el nombre de este intento organizativo. [...]
Empiezo para explicar este proceso nuestro de lucha en Brasil por la coyuntura del final de los años 70 y los años 80, que me parece común en la lucha continental como años de ascenso, años de crecimiento de la capacidad de lucha, de la capacidad de acción: la revolución sandinista en Nicaragua, de la ofensiva salvadoreña, años de conquista, de la superación de las dictaduras militares en el Cono Sur. Es un proceso de mucha movilización. Para nosotros en Brasil es un proceso en que se retoman luchas muy fuertes, que va a tener su gran momento con la campaña para las elecciones directas con millones de gente en la calle. Son años en los que van a surgir en Brasil las principales herramientas políticas: centrales sindicales, organización estudiantil, el Movimiento de los Sin Tierra va a surgir en 1984, casi todas las grandes organizaciones sociales, que lo siguen siendo, se van a construir en este momento. Y la gran herramienta política, el gran instrumento político que surge en este momento, es el Partido de los Trabajadores. Y éste surge del sector que fue más decisivo cuando hubo el crecimiento de la lucha, el sector obrero, los sectores metalúrgicos, donde Lula era el principal dirigente, la figura central, cuando ese sector entra, en la lucha contra la dictadura, a un desequilibrio, una nueva correlación de fuerzas. La dictadura percibe la fuerza que tiene ese sector organizado, y tiene una capacidad de atracción muy fuerte sobe toda la sociedad, sobre toda la izquierda.

Por tanto no es casual que el PT se organice en torno de ese sector. Y el PT también surge con una fuerte participación de ese movimiento obrero que estaba empezando, con todo un sector de la izquierda que había experimentado acciones armadas durante los años 70, pero muy dolorosas, muy heroicas, pero que fueron aplastadas desde el punto de vista militar, y muchos de esos cuadros, de esos dirigentes de esas organizaciones también están en el PT, y hay un fuerte trabajo de base de los sectores progresistas de la iglesia católica. Esos tres sectores van a conformar ese fuerte instrumento político, que desde que surge está marcado por un conjunto de debates y divergencias de naturaleza estratégica; donde conviven concepciones que trabajan con la idea de una transformación que pasa por una ruptura, por transformaciones estructurales, o sea, rescata el concepto histórico de «revolución», y también por sectores que apuestan por cambios graduales, y que están afiliados a la corriente histórica, que es la corriente reformista de la izquierda.
Ese es el proceso que se marca al final de los años 80, y vamos a seguir con eso hasta los años noventa, cuando hay una profunda mudanza en la coyuntura mundial y en la de nuestro continente. Los años noventa de una forma general marcan el ciclo de baja, de descenso de la lucha de masas en todo nuestro continente y en el mundo, de una forma general. El final de la URSS, de los países socialistas del Este europeo - con todos los problemas que podían tener en la experiencia de construcción socialista - altera profundamente la correlación de fuerzas, y se permite el imperialismo ingresar a una nueva etapa, que permite al imperialismo, al capitalismo entrar en su etapa que hoy llamamos neoliberal, pero que su característica central era de intensa ofensiva. Desde entonces, la situación nuestra y en el continente es baja de la lucha, baja de los salarios, pérdida de los salarios, pérdida de derechos laborales y dificultades cada vez mayores de capacidad de lucha, de enfrentamiento.
Es también una coyuntura donde se fortalecen los sectores reformistas y las concepciones eformistas, y donde la concepción de la lucha electoral, que estaba manejada como una concepción táctica para una transformación más profunda, se va convirtiendo poco a poco en el centro de la estrategia.
[...]
[...] al mismo tiempo que la clase obrera pierde su capacidad de lucha, pierde su fuerza, pierde su nivel de conciencia, pierde su capacidad de organización, sus expresiones políticas electorales crecen, se fortalecen, año tras año, elección tras elección, el PT se va fortaleciendo[...]
[...] un hecho obvio para nosotros, pero que toda la gente de la izquierda brasileña de los años 80 hasta los años 90 y hasta 2002[...] en algún momento de su caminada histórica compartió la misma palabra de orden, la misma expresión de lucha que se convirtó en una gran meta-síntesis de toda la izquierda que fue la palabra de orden "Lula lá". Eso se convirtió en el gran objetivo, el ciento del imaginario de la gente: Ahora la cosa está difícil, pero en algún momento Lula va a ganar, y cuando Lula gane, empezarán las transformaciones, empezarán los cambios. Eso fue un elemento muy fuerte, una cuestión que la izquierda como un todo trabajó con la gente, en la formación, en la tarea de agitación, de propaganda, construyendo este mito, construyendo esta concepción de la transformación a través de Lula.
Volviendo a nuestra historia, y también a una comparación que me arriesgo a hacer, y perdónenme por eso.
En el ´94 hay un hecho muy simbólico del punto de vista de esta nueva ofensiva del capitalismo, del ciclo neoliberal, que es el NAFTA, que hace parte de toda una estrategia que era el ALCA[...] Por eso cuando se lanza el ALCA y se coincide con la insurgencia zapatista, eso tiene un efecto en el imaginario muy fuerte, en el imaginario de la izquierda mundial. Porque a todos nosotros, el hecho de que ocurriera esta insurgencia, el hecho de que sucediera en aquélla fecha, era como si estuviesen diciendo: nosotros estamos vivos; nosotros existimos; nuestra capacidad de lucha sigue; nosotros tenemos fuerza. A eso nosotros lo llamamos un «ejemplo pedagógico». Y gracias, en público, a que nos hayan posibilitado ese ejemplo pedagógico.
Les digo eso, no sólo para agradecer, que es sincero, sino también para contar un poco de nuestra historia. Porque tampoco es casual que esa capacidad de dar una respuesta, «ejemplo pedagógico», con capacidad de penetración en toda América Latina, se haya producido por la base social indígena. Tampoco es casual que el proceso en Brasil, que haya rescatado una concepción de izquierda, se haya producido por la base social campesina.
No se produjeron con los sectores que tradicionalmente, históricamente tenían -y tienen- esta capacidad central de movilización y fuerza de transformación histórica. No es una cuestión de poner los sujetos sociales en una escala de valores. No se trata de eso, se trata de comprender su papel desde el punto de vista de su capacidad transformadora como un todo. El hecho de que se haya producido en estos sectores es también el hecho de que son los sectores que tenían su capacidad de vida, su existencia cultural extremadamente amenazada por esta fase nueva del capitalismo, esta fase neoliberal. Eran los sectores que estaban en la lucha por la sobrevivencia de su modo de vida, de sus costumbres, capacidad cultural. Por eso no es casual que hayan sido sectores históricamente más dinámicos en este momento, en este momento social.
Eso pasó con nosotros en el 97, no con tanta fuerza como la insurgencia aquí, pero para nosotros la marcha que el MST hizo en 1997 fue también una lucha de un ejemplo pedagógico, porque la marcha también cumplió ese papel para la gente, que dijera la izquierda está viva; hay gente que no se da solamente bajando su horizonte de lucha hacia la lucha electoral. Porque la lucha electoral cobra un alto costo. Casi todas las organizaciones - muy bien intencionadas, quiero dejar esto claro - que intentan la lucha electoral, intentan hacer un brazo en la lucha electoral. Y todas ellas dicen: el cuerpo nuestro no es la lucha electoral, el cuerpo nuestro es la lucha con el pueblo, la organización. Pero la capacidad de cooptación que tiene la lucha electoral es que "el brazo se convierte en mayor que el cuerpo", y poco a poco se va generando una estructura propia. Y en sistemas electorales donde el estado burgués se fue profundizando, como Brasil y México, tiene una capacidad de cooptación mucho mayor, porque ahí se está eligiendo personas, el voto es de la persona, la capacidad de fuerza que eso genera, etc., es muy difícil trabajar con esta cuestión. Y eso va generando en la militancia que, ¿qué dice el militante?: bueno, voy a hacer trabajo de base porque un día me voy a volver parlamentario. Es el futuro, es el paradigma. En vez de decir "queremos ser como el Che", decimos "queremos ser como el diputado Fulano o Mengano". Ese es el mensaje[...]
De este proceso, para nosotros en el 97, la marcha del MST tuvo un papel muy fuerte, porque la gente dijo: bueno, yo quiero estar en el MST, yo quiero estar con eso. La marcha salió con unos pocos miles militantes compañeros y llegamos con cien mil en la capital. Y la gente nos buscaba, quería construir algo. En ese proceso el MST toma la iniciativa de hacer una reunión amplia, una discusión amplia, invitando a militantes históricos, a políticos de todos los sectores. En esta reunión surge la idea de la «Consulta Popular». [...]
Esto sucedió hace diez años atrás. Nosotros llamamos a este período histórico el período de "la gasolinera"[...] porque toda la gente tenía su lugar de militancia en algún movimiento sindical específico, propio, e iba a la Consulta Popular para abastecerse de ideología, de mística, de concepciones políticas, de estrategia, de táctica, etc., o sea se tornó un puesto de abatecimiento, donde las personas iban a abastecerse de ideas, pero su militancia, su compromiso lo realizaba en sus propios movimientos, en sus propias organizaciones, en su propio proceso. Eso cumplió un papel importante porque se fue convirtiendo en este campo político. Mira, estoy hablando de un campo político, que es algo que no tiene una uniformidad muy grande. [...]
Y este campo político tuvo a la Consulta Popular como el espacio de la discusión estratégica y táctica. Esta es la situación que seguimos.
En 2002 la gran meta-síntesis de la izquierda brasileña se cumple, y el "Lula la" se consuma. Lula es electo, y empieza un nuevo ciclo, y en verdad, empieza el agotamiento del ciclo viejo. Se puede decir hoy con mucha tranquilidad que el gobierno Lula es un fracaso histórico desde el punto de vista de la transformación social. Su marca es su decepción. Podemos hacer muchas evaluaciones sobre el gobierno Lula, sus caracteristicas, sus puntos positivos, sus puntos negativos, pero una cosa es cierta: en ningùn momento el gobierno Lula se ha propuesto construir una fuerza social de cambio. [...] eso va a generar una fuerte decepción, una fuerte frustración. Es cierto que esta frustración no se da como un todo: los sectores más organizados, más concientes de la izquierda, viven esa frustración con mayor intensidad. Para la gran parte de los sectores populares, los sectores desorganizados de nuestro pueblo, Lula sigue siendo el gran dirigente, una gran figura. Y muchas cuestiones de las condiciones de vida han mejorado con programas asistenciales, con medidas compensatorias. Es cierto que esas medidas compensatorias bajaron el horizonte transformador de la gente, tiene ese efecto de bajar. Pero también no se deconstruye de la noche para el día algo que la izquierda construyó como un todo durante 25 años, que fué el fenómeno Lula.
[...]
[...] para nosotros, el nuevo ciclo de la izquierda no va a ser la repeticion del ciclo anterior, y tiene que comprender las características incluso de los procesos de las democracias representativas formales, o si prefieren, de las democracias burguesas que tenemos hoy en nuestro continente, que son esencialmente distintas de los procesos que vivimos anteriormente.
En los años 50, en los años 60, las experiencias incluso nacionalistas de signo desarrollista que la izquierda impulsaba eran inaceptables para el imperialismo[...]Hoy tenemos que percibir que las democracias representativas formales que tenemos son el gran mecanismo de dominación del imperialismo, y ya no conservan capacidad de disputa que tenían en los años 50 y 60, porque gran parte de los mecanismos reales de poder ya no están institucionalmente en disputa.
Por eso las dos grandes experiencias que están avanzando del punto de vista de la lucha electoral institucional en nuestro continente, en verdad, no empezaron su proceso con la lucha electoral institucional, sino por acciones insurreccionales. Estoy hablando de Venezuela y de Bolivia. [...]
Son procesos muy complejos, pero nos muestran dos aspectos importantes: el primero es que si queremos una transformación estructural profunda, nuestro enemigo tendrá que ser derrotado en su forma de organización central. Nuestro enemigo tiene muchas formas de organización, pero el siempre estratégico, la fortaleza, el punto central
donde se organiza nuestro enemigo es el estado, comprendido en su concepción más clásica. [...] Es el centro organizativo del enemigo, y para una transformación estructural tenemos que derrotarlo en su centro. Lo que pasa es que para eso hay que tener una correlación de fuerzas y un momento histórico propicio.
Pero el punto positivo de este proceso es que estas experiencias democrático-representativas formales o democrático-burguesas ya no son fortalezas inexpugnables para la lucha popular. Explico mejor eso.
Durante mucho tiempo, donde había elecciones, donde había gobiernos representativos electorales, democracias de naturaleza burguesa, pero democracias burguesas, no había lucha insurreccional, no se producía luchas insurreccionales. La gran característica es que en nuestro tiempo actual [...] lo que pasó en Ecuador, en cierta manera en Argentina -guardada la debida proporción-, lo que pasó en Bolivia nos muestran que estos gobiernos democráticos ya no son ya no son fortalezas inexpugnables contra insurgencias populares de masas, ya no pueden impedirlas por su propia existencia. Pueden impedirlas por su aparato represivo, por su capacidad ideológica, pero no por simplemente existir, ya no impiden que se desarrollen acciones insurreccionales en nuestro continente.
Para concluir, dos cosas: nosotros ahora empezamos una nueva fase en nuestro proceso de construcción para caracterizar la Consulta Popular ya como una organización política, como un instrumento político. Es un desafío muy grande porque no queremos una situación en la que esta organización política sea la que dirija los movimientos sociales. Para nosotros es una cuestión de principio que los movimientos sociales guarden su autonomía. Entonces cómo construir esa organización de un tipo nuevo es algo muy complejo que estamos haciendo ahora. La concepción central de esta organización es prepararse[...] el gran trípode: formación, organización y lucha. [...]
Pero estamos convencidos, sea que la historia no permanece nunca inalterada, sea que todo ciclo de baja también tiene un final, sea porque hay un conjunto de elementos en el horizonte, tanto en la economía mundial como en la capacidad dominadora del imperialismo, ed hacer la previsión de que tiempos nuevos nos esperan, que son tiempos donde se pueden generar espacios transformadores de la historia, ventanas revolucionarias, momentos de la historia dónde es posible hacer una transformación profunda. Estos momentos son los momentos de las organizaciones revolucionarias. Las concepciones revolucionarias de la historia en los momentos no revolucionarios están condenadas a hacer un trabajo siempre reducido, por más que se esfuercen, y debe hacerlo, pero están condenadas. El gran problema, la gran ironía del proceso histórico es que las organizaciones revolucionarias tienen que prepararse, construir, formar sus cuadros, sus condiciones exactamente en los momentos no-revolucionarios de la historia. [...]
Ahora es un momento decisivo, es momento de construir una unidad amplia, un momento de construir espacios conjuntos en nuestro continente, de diálogo, de intercambio de información, de construcción de un pensamiento estratégico, para que nos conozcamos, para contribuir y aportar en la lucha de unos y otros.
[...]
Todo tiempo de baja tiene su fin. Hay que estar preparados y mirar hacia el horizonte.


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