por Benjamin Sourice (Rue89, 12.11.12)
Traducido por Teresa Alvarez para El Rincón de Anahí.Durante el experimento, el equipo de investigación encontró en los sujetos una variedad de enfermedades graves.
CRIIGEN © 2012 / Lieurac Productions
Esto es en lo que muchos expertos están trabajando, en una batalla que se asemeja a una operación orquestada cuidadosamente. Una verdadera guerra de relaciones públicas donde todo está permitido.
La revista científica ha publicado en Internet una veintena de cartas de detractores así como una "respuesta a los críticos", escrito por el equipo de Séralini. ¿Debate científico legítimo, diría usted? Sin embargo, detrás de la cohorte académica aparente, emerge una "esfera de la biotecnología", que combina investigadores en biotecnología, expertos en política de regulación y representantes de la industria.
¿Cuál es la táctica de estos partisanos de la biotecnología? Denunciar la "mala ciencia" ("ciencia basura") de los "investigadores-activistas" sistemáticamente descriptos como "activistas vinculados a la causa ecologista" y "motivados por intereses personales".
Una red internacional
Una de las primeras cartas publicadas es colectiva. Está firmado por 26 personas, en su mayoría científicos, incluyendo al detractor nacional de Séralini: Marc Fellous, de la Asociación francesa por la Biotecnología Vegetal (AFBV)
La AFBV está detrás del comunicado vengador de las Academias [PDF *] denunciando la "instrumentación de la reputación de un científico [...] para extender el miedo" o insistiendo en el perfil "militante" de Gilles-Eric Séralini.
Tras investigar, resultó que los firmantes, junto a Marc Fellous, están relacionados al grupo pro-OGM Mundo de Biotecnología Agrícultural (AgBioWorld), dirigido por el genetista CS Prakash, el propio firmante de la carta conjunta.
Prakash y su organización son también los autores de dos peticiones [la primera recoge 57 firmas y la segunda 731] que pedían "la difusión de los datos en bruto" de Gilles-Eric Séralini. Sorprendentemente, las primeras firmas de cada petición corresponden a los mandantes de las cartas a la revista FCT. Además, muchos signatarios anónimos aprovechan de estas peticiones en línea para hacer mella en la reputación del profesor Séralini
Campañas virales y difamación
En 2002, el periódico británico The Guardian reveló que AgBioWorld había desempeñado un papel importante en una "campaña viral" de calumnia contra el denunciante Ignacio Chapela después de que descubrió la contaminación genética del maíz mexicano con OGM.
La investigación indica que la web de la asociación está alojada por la empresa de comunicación Bivings, encargada por Monsanto y dirigida por un tal Byrne Jay.
Este solía utilizar identidades falsas ("Mary Murphy y Andura Smetacek") para hablar en nombre de la "comunidad científica" e insistir en los vínculos de Chapela con los ecologistas, tratados como "terroristas" y "vándalos".
La compañía Bivings se disolvió en diciembre de 2011 después de un ataque cibernético de Anonymous en el marco de la operación "End Monsanto". Pero Byrne ha reanudado su sede en St. Louis (Illinois, EE.UU.), donde la sede de Monsanto, con su nueva compañía V-fluence.
Este es el mismo tipo de estrategia de difamación que sigue Henry Miller, que firmó la carta colectiva a FCT, referente de "regulación sanitaria" de AgBioWorld y miembro del think tank neoconservador Hoover Institution.
En una serie de artículos publicados por la revista Forbes, califica el estudio de Séralini de "fraudulento" y denuncia a los "especuladores del miedo" a partir de una "industria de la protesta financiada por los intereses de lo orgánico".
No obstante, este foro vitriólico está cosignado por... Jay Byrne. La revista debió revelar a posteriori su CV de gerente de comunicación viral para Monsanto (1997-2001).
El CV de Henry Miller es también muy interesante pues se trata del "padre fundador" (1989-1994) de la reglamentación de OGM en el seno de la Agencia Federal de EE.UU. de productos alimentarios y medicamentos (Food and Drug Administration). Él es el arquitecto, junto al ex abogado de Monsanto Michael Taylor, del famoso "principio de equivalencia sustancial", la piedra angular de la reglamentación de los OGM en el mundo.
Conflictos de interés ocultos
Otra táctica golpeadora es, entre los detractores de Séralini: ocultar su relación con la industria presentándose sistemáticamente como científicos de universidades o centros de investigación.
Esto se aplica a Anthony Trewavas y Bruce Chassy, referentes de "biología" y "OGM" para AgBioWorld. Ambos autores de cartas exigiendo la retractación de Food and Chemical Toxicilogy.
Haciéndose pasar por profesor emérito de seguridad alimentaria de la Universidad de Illinois, Chassy es un lobbista habiendo participado en la redacción de trabajos de Dow Chemicals, otro gigante de la biotecnología, para simplificar, en vistas a suprimir, las regulaciones sanitarias sobre los OGM. Él es también el director de publicación, junto a un asalariado de Monsanto, de dos informes de orientación [2004, PDF, PDF, 2008 *] sobre la reglamentación de los OGM para el International life science institute (ILSI), el principal lobby sobre temas de reglamentación sanitaria que afectan a la agroindustria.
Hay que tener en cuenta que dos dirigentes del panel OGM de la Autoridad europea de seguridad alimentaria (EFSA), Harry Kuiper, que la dirigió durante casi diez años (2003-2012) y Gijs Kleter, su actual vicepresidente, trabajaron esos documentos estratégicos del ILSI bajo la dirección de Chassy.
Por otra parte, si tres autores de cartas abiertamente especifican su relación contractual con Monsanto, el Dr. Andrew Cockburn se presenta modestamente como "toxicólogo de la Universidad de Newcastle." Sin embargo, hasta 2003, el Sr. Cockburn fue director científico de Monsanto Europe / Africa antes de la creación de su empresa de lobby Toxico-Logical Consulting Ltd...
Y puesto que es un mundo pequeño, el Dr. Cockburn también es director del Grupo de Expertos del ILSI sobre la evaluación de alimentos que contienen nano-materiales ...
Un lobby de 13 billones de dólares
La letanía de los conflictos de interés y otros posicionamientos pro-biotecnología de la cincuentena de detractores públicos del estudio Séralini podrían continuarse en montones de páginas. Atraviesa representantes de sindicatos indios de promoción de biotecnologías, otros sostienen querer acabar con el hambre en el mundo con una ración de OMG, o incluso especialistas en comunicación pro-OGM (David Tribe) y otros lobbistas que trabajan entre São Paulo (Lucia de Souza), Washington y Bruselas, el triángulo de oro de los OGM ...
Un mundo cerrado que reacciona de forma epidérmico al estudio Séralini, que amenaza la estrategia de negocio bien engrasada de una industria de semillas OGM que obtiene 13 billones de dólares en 2011. Afrontar el peso de este lobby, decidido a enterrar cualquier voz disidente, la revista Food and Chemicals Toxicology, ¿lo podrá resistir?
* El artículo original en francés incluye varios links informativos no incluidos en esta traducción.
2 comentarios :
El estudio de un militante vale tanto como el hecho por un gerente de Monsanto.
De todos modos, si tiene método científico el ensayo es replicable. Y eso es lo que hay que hacer, replicarlo en varios lugares. No es un estudio de metodología complicada ni muy caro, solo un poco largo.
Sí, claro, un militante es lo mismo que una corporación transnacional... y eso en el caso de que se trate de "un militante", como arbitrariamente das por sentado.
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