por Andrés Carrasco *
En el mundo
En Junio cientos de investigadores (Rieltveld et al, 2013) publicaron en Science, como parte del proyecto de epidemiología genética Consorcio Genético de la Asociación de Ciencias Sociales (SSGAC), que el 98% del total de la variación en el nivel de instrucción se explica por factores distintos a la genética de las personas. La primera pregunta que surge es ¿por qué los más de doscientos autores del trabajo decidieron destacar el 2% y enterrar el 98%? Es que la revista Science, publica conclusiones de ese tipo porque el sentido de ciencia de la biología humana está en las garras de las fuerzas políticas ocultas. Estas fuerzas son lo suficientemente potente como para activar (este y otros) tergiversados estudios genéticos burlando el potencial de la revisión por pares de la comunidad.
Pero hay mas. ¿cual es el porque de la financiación del gobierno EE.UU en proyectos excesivamente deterministas genéticos? La respuesta es ideológica y esta en la reflexión de Richard Lewontin: “The notion that the lower classes are biologically inferior to the upper classes……..is meant to legitimate the structures of inequality in our society by putting a biological gloss on them” ("La idea de que las clases bajas son biológicamente inferiores a las clases altas ........ pretende legitimar las estructuras de desigualdad en nuestra sociedad, poniendo un lustre biológico en ellas")
Y la Banda sigue tocando. En 2013 una publicación de 68 autores en la revista PLoS ONE titulada “The Molecular Genetic Architecture of Self Employment” ("La Arquitectura de la Genetica Molecular del empleo por cuenta propia”) (van der Loos et al, 2013] pretende trazar una relación entre la genética y la conducta humana en el plano de lo económico. Mientras que el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano de EEUU incentiva la investigación de predisposiciones genéticas sobre "comportamiento de cumplimiento” para el asesoramiento de expertos.
La industria del tabaco fue pionera en la genética del comportamiento. La idea de que la adicción al cigarrillo era un fenómeno genético (y no una característica de cigarrillos o tabaco) se originó con la industria del tabaco. El objetivo consistente detrás de la promoción de la genética, según un memorando escrito por Fred R. Panzer, Vicepresidente de Relaciones Públicas del Instituto del Tabaco, fue cambiar el foco de atención "del producto a un tipo de persona". La industria del tabaco puso en accion esta estrategia cuando altos ejecutivos de tabaco se reunieron en 1988 con el genetista y Premio Nobel Sydney Brenner, un mes antes de la creación de la Organización del Genoma Humano (HUGO) (Wallace 2009) que promovió y superviso el Proyecto de Secuenciación del Genoma Humano.