Sobre Paulo Freire (2)

En un post anterior nos referíamos a lo que Freire concibe como pedagogía de la comprensión crítica y de la una unidad de reflexión y acción. Decíamos de este concepto de comprensión crítica como capacidad de lectura del mundo o del texto, de leer las diferentes posibilidades, de poder leer la situación existencial, o sea, la situación concreta en la que uno está viviendo, y poder ver sus diferentes componentes y alternativas; y decíamos, si comprendemos la situación de manera crítica, vamos a actuar de manera crítica, la decisión que tomemos va a ser más crítica. Vale decir: seremos sujetos y no objetos.

(Quizás sea conveniente aquí aclarar que con "crítica" no nos referimos al uso común en el sentido de "denostar", de "hablar mal respecto de algo ", de "enunciar defectos", sino que refiere al pensamiento crítico, a pensar con autonomía, a la capacidad de discernir los diferentes elementos de la situación, y ver que no es la mera apariencia, sino que tiene componentes, causas, motivos, y algún supuesto que la sostiene)

Entonces también decíamos que a una comprensión crítica corresponde una acción crítica. lo que hoy quiero traer es cómo Paulo Freire en uno de sus ensayos * aplica su propia comprensión crítica a desentrañar qué hay detrás del uso de un apelativo tan sencillo como "tía", a la maestra.

Uds. saben que en Brasil existe el uso extendido de llamar tía a la maestra, sobretodo a partir de la expansión de la educación privada en los años 60´. En Argentina no existe ese uso, pero sí en el imaginario se suele comparar a la maestra con una “segunda madre”. Y digo maestra y no maestros, porque también hay una carga de género sobre la tarea docente (se podría rastrear en la historia esto de que la maestra es madre, y Sarmiento el padre del aula; también recuerdo la canción de M. E. Walsh: soy la maestra argentina, "segunda madre" y obrera…)

Ahora bien, Freire ofrece a través de este ensayo, en el que el maestro Freire habla a los maestros, una entrada diferente para tratar los temas de la profesionalización y la valorización docente (o debiera decir de "desprofesionalización" y de "desvalorización" del rol docente) pues nos propone reflexionar sobre un hecho tan trivial como significativo, que es este de llamar tía a la maestra, o en nuestro caso segunda madre.

Él dice que este uso de la palabra tía siendo portadora de imágenes muy relacionadas al ámbito familiar "satisface de maneras insospechadas la ansiada valorización" haciendo que muchas maestras se sientan apreciadas y queridas, aceptando así un "conjunto de significados y reglas", una suerte de "amor incondicional". Pero que en realidad, esta caracterización esconde, ideológicamente, el hecho de que la docencia es una profesión.

El ejercicio que él hace, desde su comprensión crítica es este: dice que la maestra puede tener sobrinos (puede ser madre y tener hijos), y por eso ser tía (y por eso ser madre), y cualquier tía (madre) puede enseñar y trabajar con alumnos.

Ahora bien: "Enseñar es una profesión que implica una cierta tarea, cierta militancia, cierta especificidad en su cumplimiento; mientras que ser tía es vivir una relación de parentesco."
La identificación de ambas lleva a quitar la "responsabilidad profesional de capacitación permanente (y auténtica, - dirá en otro momento- que se apoya en la experiencia de vivir la tensión dialéctica entre la teoría y la práctica) que es parte de su exigencia
política".

Cuando decimos tensión dialéctica, decimos una tensión de relación mutua entre la práctica y la teoría. Yo aplico la teoría a la práctica, y la práctica va ir modificando la teoría y así, una relación de mutua influencia. El reducir a la maestra a la condición de tía es la trampa ideológica en la que pretendiendo "endulzar la vida de la maestra, lo que se trata de hacer es ablandar su capacidad de lucha o entretenerla en el ejercicio de sus tareas fundamentales.

Y equivale casi a proclamar que las maestras, como las buenas tías (o las buenas madres), no deben pelear, no deben rebelarse, no deben hacer huelgas. ¿Quién ha visto a diez mil "tías" haciendo huelga, sacrificando a sus sobrinos, perjudicándolos en su aprendizaje?

En un momento en que frecuentemente se plantea la cuestión de la educación como clave para la recuperación de nuestra comunidad , me animaría a decir, "lastimada" en varios sentidos, cierro recordando, y con ello al maestro en su lucha, lo que Paulo Freire dijera en una de sus conferencias:

"No es posible dar clases de democracia y al mismo tiempo considerar como absurda e inmoral la participación del pueblo en el poder"
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* Maestra sí, tía no: cartas a quien se atreve a enseñar (1994)


1 comentarios :

Anónimo dijo...

aaaaah

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