Zarpazo : Oscar R Cardozo

Falleció Oscar Raúl Cardoso, a los 61 años, tras una larga enfermedad. Periodista prestigioso, considerado uno de los analistas de temas internacionales más lúcidos y comprometidos de su generación.

Su última columna sobre el golpe en Honduras fue publicada hace dos días en el diario Clarín, la que reproduzco aquí.


LAS CONSECUENCIAS POLITICAS DEL DERROCAMIENTO DE ZELAYA
Un zarpazo político que sienta un mal precedente

Hay muchas preguntas sobre el golpe de Estado que los militares hondureños dieron, al mejor estilo del siglo pasado, contra el presidente Manuel Zelaya. Preguntas para las que habrá respuesta sólo con el transcurso de las horas. Pero algo es cierto más allá de la duda razonable: la nueva situación en ese país es el producto de un zarpazo político que, si sobreviviera, sentaría uno de los más oscuros precedentes para Honduras, pero también para la región.

No ha habido, desde el 24 de marzo de 1976 en la Argentina, un golpe de Estado militar que haya resultado exitoso en asumir el poder y conservarlo en América Latina, aunque otros presidentes han caído como consecuencia de la oposición popular y el disimulado empeño de algunas élites. Esto hace hoy de lo de Honduras una suerte de agujero negro histórico en el que la región no debe deslizarse.

En el curso del día, desde que soldados enmascarados arrebataron de su lecho a Zelaya, los más diversos funcionarios -el propio presidente secuestrado entre ellos- evocaron como modelos para este golpe a los derrocamientos de Jacobo Arbenz de Guatemala en 1954; de Salvador Allende en 1973; y -ya en el siglo XXI- la intentona de un sector de la dirigencia y de los militares venezolanos de deponer a Hugo Chávez Frías en el 2002. Honduras ha sido un país estable desde que sus militares dejaron el poder a fines de los 80.

Lo que se puso en marcha en Tegucigalpa parece querer ser un ensayo golpista con "mayor control de calidad". Es por eso que los militares apresaron de modo inmediato a Zelaya y lo sacaron del país, algo que después aplicaron a otros funcionarios de su gobierno. La lección de la derrota de los golpistas venezolanos de dejar a Chávez dentro del territorio nacional dio tiempo a sus simpatizantes para organizar un contragolpe y al resto de las democracias americanas -con la excepción de Estados Unidos, que vio una oportunidad en aquel aventurerismo venezolano- para presionar sobre Caracas.

Del mismo modo, en el 2002 los golpistas anunciaron en Caracas que Chávez había renunciado pero no pudieron ofrecer evidencia creíble. En Tegucigalpa, mostraron un documento presuntamente firmado por Zelaya en el que plantea su dimisión al Congreso. El Poder Legislativo -dicen los dueños del poder en Honduras- aceptó esa renuncia y eligió a la máxima autoridad de los diputados, Roberto Micheletti, como reemplazante. La dimisión es de dudosa validez, a menos que Zelaya la ratifique sin que lo rodeen soldados con capucha con armas amartilladas. Todo lo demás es travestismo jurídico.

La Organización de Estados Americanos, cuya eficiencia en estas crisis goza de poco prestigio, tiene ahora una oportunidad para detener el espectáculo de baja calidad que montaron con el golpe en Honduras. En realidad, bajo la conducción del chileno José Miguel Insulza, el foro ha comenzado a mostrar un alejamiento de la anomia que lo acompañó buena parte de su vida. La forma en que procesó el crítico tema de la suspensión de Cuba en la reunión de San Pedro Sula es muestra de esa nueva tendencia.

En cuanto a la disputa con el jefe de Estado Mayor, Romeo Vázquez, a quien Zelaya relevó la semana pasada sin que el militar acatara la orden, obligará a los mandos que dieron el manotazo a limpiar las filas de leales a Zelaya. La idea de realizar una consulta popular -no obligatoria- sobre una futura asamblea constituyente fue esgrimida por los golpistas como una excusa para lo hecho. Pero el problema es más profundo. Una nueva constitución amenaza a las clases pudientes porque se podría avanzar limitando el derecho de propiedad e imponiendo formas de redistribución del ingreso. ¿Por qué no? Ese mismo sector es el que mantiene estancado el nivel de pobreza -hasta 70% en áreas rurales- desde 1998 y aun cuando el país ha tenido desde entonces un crecimiento promedio anual del 3%.

La posición del Gobierno de Barack Obama -que en cuatro oportunidades rechazó todo intento de quiebre del orden institucional- marca también la necesidad que tiene Washington en estos días de mostrar diferencias con la gestión de George W. Bush. En Caracas, se asegura que el ex embajador estadounidense, Otto Reich, estuvo instigando al golpe. No parece ser la tarea de la Casa Blanca. Pero baste con recordar que Reich actúa ahora como lobista para empresas con intereses en América Central. "Tuvimos un primer Reich como embajador en Venezuela; tuvimos un segundo Reich como subsecretario de Departamento de Estado y ahora tenemos un Tercer Reich." dijo Roy Chadron, embajador de Caracas en la OEA.


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