Rodolfo Kusch *
aquí, figura 4.
Hacia arriba se da el orcoraca y el muyu de Viracocha y hacia abajo la humanidad y el collca- pata. Hay indudablemente una relación muy significativa entre el primero y el quinto lugar, por una parte, y el segundo y el cuarto, por la otra. En el caso de haber una correspondencia, ¿podría afirmarse que
el collca- pata es una respuesta de la bisexualidad de Viracocha en el plano del caos? Indudablemente, el collca-pata encierra el fruto (ruru) y este es también bisexual. Por otra parte el muyu u óvalo divino, que mantiene
al cosmos en su ritmo y armonía, podría tener una relación con la humanidad. ¿Será que los machos (cari) y las hembras (warmi) mantienen un ritmo y una armonía en el plano del cay-pacha o "suelo de aquí", paralelamente a lo que hace Viracocha en el cielo o hanac-pacha?
Esto nos lleva directamente a la serie horizontal, en la que también se da la misma correlación. Ante todo, se distribuye en el plano del cay-pacha o "suelo de aquí" y abarca los cuatro elementos. A la izquierda se dan fuego y tierra y, a la derecha, aire y agua. El quinto lugar, o sea el centro, lo llena el runacay o humanidad, la que se encuentra así comprometida con los elementos y sitiada por éstos, dentro de cierto clima de desolación.
aquí, figura 2, llamada la placa Echenique.
No creemos que haya mucha diferencia entre un mandala típico como el de la figura 3, que reproduce un dibujo de una piedra extraída de la zona de Tiahuanaco, el de la placa Echenique de la figura 2, el famoso calendario azteca del templo mayor de México y nuestro dibujo en cuestión, especialmente si hacemos un análisis más conceptual de este último.
Es evidente que la dinámica interna de los conceptos que se dan en el mundo indígena se puede concretar en dos triángulos o triadas, dispuestas en sentido contrario e inscriptos en un círculo que rodee el dibujo de Salcamayhua (figura 4). El primer triángulo sería el de la acción divina o del dios que marcha sobre el caos, o sea, con Viracocha en el círculo de arriba y en los de la base los héroes gemelos: el solar a la izquierda el lunar a la derecha. El otro triángulo sería la respuesta del caos, de tal modo que el circulo de abajo representa el caos propiamente dicho y los de la base de arriba su desdoblamiento, a modo de respuesta, dándose abundancia (del lado solar o izquierdo) y escasez (del lado lunar o derecho). De esta manera, se obtendría una roseta de seis puntas, cada una de ellas cargada de cualidades perfectamente perfiladas. Una línea vertical, trazada desde Viracocha al caos, dividiría el esquema en dos zonas: masculina a la izquierda, femenina a la derecha. Por su parte, el trazado de las
diagonales daría resultados curiosos. El entrecruzamiento de las mismas coincidiría con la cruz o chacana y la línea horizontal que pasa a través de ella daría una especie de horizonte que delimitaría el hanac-pacha del cay-pacha.
Los ángulos inferiores del triángulo de arriba comprenderían los dos símbolos correspondientes a los héroes gemelos, o sea, los "ojos de Imaymana" y el "árbol". La pareja humana quedaría inscripta en el rombo inferior de la roseta. Por su
parte, los vértices superiores del triángulo de abajo darían sobre el sol, porque se refiere a la abundancia, y sobre la luna, con referencia a la escasez.
Se diría que esta estructura de círculo mágico que nos da la roseta se debe a que el yamqui habrá querido transcribir una conjuración del cosmos o mandala. La prueba para ello la constituye el gran parecido que mantiene este dibujo con la distribución de los elementos que hacen los hechiceros de Chucuito, cuando efectúan algún exorcismo. [48]
Si efectivamente se tratara de un mandala, éste debería tener un centro germinativo, que en este caso viene a ser la chacana o cruz que determina el azar de que se dé maíz o maleza. Y quizá sea ésta la verdadera finalidad de toda la conjuración, puesto que lo más importante para el indígena es tener alimentos aún en la época de escasez. De esta manera todo el esquema refleja un firme compromiso con el cay-pacha o "suelo de aquí". Se diría que la intuición central del esquema es únicamente la búsqueda del alimento. Todo lo que se agrega son elementos que apuntan a ese fin. De esta manera el yamqui sabía perfectamente que el suelo que pisaba estaba repartido entre el agua y la tierra y que debajo del suelo que pisaba, alentándolo y concediéndole un sentido, estaban los siete ojos de Imaymana, vinculados a la fecundidad ilimitada y el árbol, mallqui, relacionado con Tunupa y más allá a la época de escasez. Por un lado, además, está el hecho material del crecimiento y, por el otro, la enseñanza (yachachiy) que consistía en evitar la escasez. Todo el esquema es evidentemente práctico y en cierta manera urgido por la realidad.
Pero aún falta hacer algunas referencias m,más sobre lo que el yamqui pensaba del cielo o hanac-pacha. Indudablemente respondía a eso mismo que el veía en su valle. Quizá empleaba una costumbre que aún hoy en día utilizan los hechiceros de aquélla zona, según refiere Tschopik. Se colocaba con el rostro hacia el este, de espaldas al oeste, de tal modo que quedaba el norte hacia la izquierda y el sur hacia la derecha.[49] Lo mismo debe ocurrir con el esquema. En la parte del norte está Illapa o Chuquilla o, lo que es lo mismo, Haucha, el dios del trueno que, según Lehman-Nitsche, se representaba como un hondero cuya figura se da en la Osa
Mayor. Al lado, también en el norte, está Catachillay, como consigna el yamqui, que es la llama hembra que estaba vinculada a la constelación Lyra, los siete ojos de Imaymana y, finalmente, Sucsu, que son las Pléyades o Siete Cabrillas, que marcan, a partir de junio, las épocas de siembra y cosecha.
A la derecha, o sea, al sur, figura Chuquichinchay representado en la constelación de Escorpión con Antares, su ojo resplandeciente. Seguramente, como ya vimos, está vinculado con qowa, que asume un papel local en la zona de Sicuani.
Pero como símbolo de la autofecundación de Viracocha, la cintura de Orión, o sea, el Orcoraca, cruza todo el valle, por su parte central, contaminándolo todo con su fecundidad. Y en el centro del esquema, aunque colocada del lado sur del cielo, estaba la Cruz del Sur que señalaba el azar del maíz o de la maleza como centro germinativo del gran mandala en dónde vivía sumergido el yamqui.
Así lo encontramos al yamqui sitiado por las antiguas fuerzas, recogidas en una visión rítmica heredada de sus mayores. Ni el cura con su charla moralizadora, ni los conquistadores con su búsqueda del oro y de la plata pudieron perturbarlo. Era la ley antigua de todos los confines y él creía en ella porque lo acercaba a su fruto, el maíz. Por eso dibujó el esquema en el plano de la fe de sus antepasados. Él tenía fe y el padre parece que no la tenía. Seguramente el yamqui jugaba así una forma muy indígena de santidad en todo esto.
[48]. Véase Harry Tschopik, "The aymara of Chucuito, Perú. V. Magic", en Anthropological Papers of the American Museum
of Natural History, Nueva York, 1951.
[49]. Refiere Tschopik (ob.cit.) que el norte entre los aimaráes de Chuicuito se llama cheqa toqe, o sea, "lado
izquierdo", y el sur kupi toqe, "lado derecho".
of Natural History, Nueva York, 1951.
[49]. Refiere Tschopik (ob.cit.) que el norte entre los aimaráes de Chuicuito se llama cheqa toqe, o sea, "lado
izquierdo", y el sur kupi toqe, "lado derecho".
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* en América Profunda, Editorial Biblos, Argentina, 1999 (Las llamadas numéricas corresponden al texto original. Las imágenes si bien hacen referencia al texto original, no son exactamente las publicadas en él. La última imagen, realizada aquí a partir de las indicaciones de Kusch en su trabajo, incluye el esquema calendárico que el autor también describe en un esquema)
* en América Profunda, Editorial Biblos, Argentina, 1999 (Las llamadas numéricas corresponden al texto original. Las imágenes si bien hacen referencia al texto original, no son exactamente las publicadas en él. La última imagen, realizada aquí a partir de las indicaciones de Kusch en su trabajo, incluye el esquema calendárico que el autor también describe en un esquema)
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